un crimen entre psicólogos
Cuando Richard Cleave, secretario de Hermes Theocopullos, maître d'hôtel retirado y renuente y ocasional investigador de crímenes, acompaña a este a una conferencia sobre “La psicología de las grandes emociones”, se sentía de un humor de perros. Previendo un aburrimiento que superaría todos los límites de lo soportable, se había resistido hasta el último momento a acompañar a su jefe, pero este doblegó su resistencia indicándole que necesitaría su ayuda para tomar apuntes de lo que se dijera. Sin embargo, cuando ya había transcurrido una hora de una aburrida e incomprensible disertación, se produjo de forma súbita un apagón y la sala quedó sumida en las tinieblas. Tras una pausa bastante larga en el estrado brotó un fogonazo cegador que fue acompañado por un violento y seco estampido. La luz del fogonazo permitió entrever una figura femenina que corría y un hombre alto que estaba parado y que era quien había hecho fuego. La luz, al volver de forma repentina, iluminó un cuadro dantesco. En el suelo del estrado, tendida sobre un costado, estaba una mujer joven y hermosa, con la pechera de su vestido celeste manchada de sangre… Camilo Pérez de Arce (1912-1970). Escritor, dramaturgo,periodista, ingeniero y diplomático chileno, autor de un nutrido conjunto de novelas policíacas, entre las que figuran Los minutos acusan (1947), El partido final (1950), Comedia para asesinos (1957) y La plaza de los cuatro (1964); su dedicación al género dramático dio como fruto las obras El Cid (1950), Bajo el signo de la muerte (1951), La rebelión de la aldea (1952), El túnel (1953), Visitantes de la muerte (1959), etc. Con el seudónimo de James Endhard, publicó varias novelas ambientadas en EEUU, como Estocada y veneno (1944), Un crimen entre psicólogos (1946), El partido final (1950) o El enigma de la cleptómana (1951). En 1947, este mismo autor pero con un seudónimo distinto (Guillermo Blanco) publicó una novela policíaca, de corte clásico, pero ambientada en Chile: Los minutos acusan.