PAÍS LIBRO

Autores

j. quiroga pardo bazán

aventuras de un francés, un inglés y un alemán en el siglo xxix

Nada es más verdad que lo inverosímil, razón por la cual el ilustre y desconocido poeta Juan Patteslongues se encontró cierta noche, cuando, embebido en tristísimos pensamientos, descendía desde sus alturas de Montmartre hasta los llanos del boulevard, con un luís que yacía en el arroyo, medio envuelto entre el sutil barro de las calles parisienses. Por un momento, Juan Patteslongues dudó. ¿Era, en efecto, aquello una moneda de oro? Sus escasísimos conocimientos numismáticos, reducidos a platónicas contemplaciones de los escaparates de los cambistas, pronto interrumpidas por la recelosa vigilancia de los agentes de la policía, le hacían vacilar; una tarde, hasta habían llegado a detenerle frente a la tentadora ventana de la esquina del Crédito Lyonés, que exhibe la multicolor colección de cuanto ópimo billete de banco y lujuriosa áurea moneda producen todas las fábricas de todos los Estados del mundo: los severos bank-notes ingleses, de sencilla inscripción gótica sobre blanco papel, siempre limpios y nuevos, alternando con los policromos españoles, algo mugrientos: las libras esterlinas, árbitras del mundo, elegantes, ostentando su San Jorge, de clásica factura, al lado de las águilas norteamericanas, enormes, poderosas, aplastando con su peso de plutócratas al aristocrático florín austríaco, al bello rublo ruso, a la amarilla onza Carolina...