perdonen que sea tan jovial
UNA SOLTERA EMPEDERNIDA Y JOVIAL Gracias a algunos intrépidos varones que se lanzaron a la búsqueda de su «costilla» con los ojos vendados, he tenido varias ocasiones de casarme. Yo soy la primera en felicitar a los que rechacé. Seguramente son más felices sin mí. Pero mis amigas no están satisfechas; no sólo deploran mi prolongada soltería, sino que insisten tercamente en ponerle remedio. Cualquier soltero medianamente inteligente sospecharía que mis amigas trabajan a comisión. En cuanto aparece un posible candidato en un radio de cincuenta millas, lo localizan y le invitan a cenar. Luego me telefonean. —Hace semanas que no te veo. ¿Por qué no cenas mañana con nosotros? Jim ha invitado a un compañero de trabajo, y... Entonces yo me apresuro a contestar: —¡Qué bien! Seremos cuatro, y así podremos jugar al «bridge».