disparos de silencio
Disfruta de las aventuras de Elena en plena guerra civil, arrastrada por las circunstancias para convertirse en una espía para el bando nacional, al lado del amor de su vida, Óscar. — ¿Debería? —preguntó Elena, con los ojos llenos de lágrimas— Has dicho que nunca me doy excusas. Te estoy suplicando que tú me la des —le sacudió de las solapas de la chaqueta del traje, aunque no pudo moverlo—. Por el amor de Dios, miénteme, cuéntame cualquier cosa. Cualquier cosa a la que pueda agarrarme. Te estoy suplicando, Óscar. Te suplico que me des algo. Dime cualquier cosa para que… para que pueda seguir creyendo… —pero no acabó la frase. No se atrevió a acabarla. — Dilo, Elena. ¿Para que puedas seguir creyendo…? Elena miró al joven, y por un momento recordó al niño con el que había crecido. Su primer amor. Su único amor. El amor de su vida. Y musitó: — Para que pueda seguir creyendo que no estarías mejor muerto.