les presento a betsy garret
La nieve caía mansamente, en copos apretados, yendo los mismos a engrosar la mullida y blanca alfombra que cubría el paisaje. La sierra, poblada de algún que otro pino, era un conglomerado de valles, hondonadas y picos u oteros blancos, cual el cuadro de un pintor loco. La cara norte de los pinos estaba cuajada de nieve desde la base a la copa. Un viento frío, cortante, ululaba por entre los árboles y los aullidos de los coyotes, muy próximos a los cuatro jinetes que cabalgaban por la cúspide de la sierra en dirección sur, ponían en el ambiente una nota inquietante. La tormenta azotaba a los cuatro jinetes por la espalda. Los cuatro caballos, al paso, caminaban fatigosamente, chapoteando entre el manto esponjoso y níveo.