PAÍS LIBRO

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gordon ashe

nueve desaparecidos

LA sala de fumadores del Club Carilon era de tan vastas proporciones, que empequeñecía a los socios. Únicamente el más grande de ellos. llamado Patrick Dawlish, retrepado en un enorme sillón, con la rubia cabeza apoyada en el respaldo y las piernas estiradas, resultaba colosal. Tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, por hallarse en el delicioso estado que no es vigilia ni sueño. En la enorme estancia de marmóreas columnas, ventanas arqueadas y retratos al óleo de los miembros distinguidos que descansaban con sus antepasados, no se percibían sino dos ruidos