dios no vive en las colinas
MESA Brava estaba situada en la falda de una colina amarilla. Sus últimas casas alcanzaban una hondonada por la que discurría un pequeño riachuelo y desde allí, hacia el sur, partían un buen número de granjas, siguiendo una cadena de sucesivas lomas y algunas colinas escarpadas color cobre. Richard Stabber se quitó la gorra, rascándose la nuca. Se había afeitado y su rostro sin barba acrecentaba la violencia de sus rasgos delgados. —Mesa Brava, Mike —apuntó con simplicidad. Mike Tither hizo caminar a su montura hasta emparejarla con la de su compañero. Se pasó la mano por la boca y miró en torno no sin cierta sorpresa.