el fbi colabora gustoso
—¿El nombre de ese agente? —Kermadec, señor. John Kermadec. El hombre que había hecho la pregunta tabaleó con los dedos sobre el cristal de la mesa. En su frente, amplia y despejada, libre de arrugas nadie podría siquiera intentar leer sus pensamientos. Pasaron casi tres minutos. De pie, ante la mesa, el otro hombre aguardaba, sin dar muestras de impaciencia. —John Kermadec —dijo por fin—. En mil novecientos sesenta descubrió al agente soviético que durante el viaje de Nikita Kruschev a las Naciones Unidas tomó contacto con dos científicos americanos, arrancándoles información.