los maquiavélicos
Mort Drucker se tocó los nudillos de la mano derecha. Los tenía doloridos, y le escocían terriblemente. Esa sensación era el resultado de la soberana tunda que había propinado a Nolan. Mort era un recio muchacho cuya edad oscilaba por los veintitrés años, de cabello crespo y negro como la pez y las pupilas, igualmente oscuras, profundas como los cañones de su lugar de origen. Ahora, sin embargo, Mort no estaba en el territorio de la Estrella Solitaria, sino mucho más al Norte, en el último rincón de Colorado, a cien millas al Este de Fort Collins.