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frank caudett

misión: contra el doctor tinieblas

Al instante, un zumbido suave pero continuado, dejóse oír en el interior de la estancia. Se extinguió la blanca luz, dejando paso a un verdoso tamizado. Y al tiempo que desaparecía la pantalla del televisor, un hueco rectangular abrióse exactamente debajo de la silla que ocupaba el profesor Glenn McAllister. Dos cilindros de acero, a modo de ejes, se dispararon desde el fondo de la abertura.