allá en el rancho grande
Lou Montoro era un tipo feo. Pero no vulgar. Más bien sobrecogedor. Si se le veía de espaldas, impresionaba muy gratamente. Era muy alto, ancho de hombros, fuerte; llevaba los cabellos muy largos, formando rizos rubios en la nuca. Pero cuando Lou se volvía y se le podía ver el rostro, hacían falta unos nervios muy bien templados para disimular el sobresalto.