PAÍS LIBRO

Autores

francis didelot

seis horas de angustia

ESPÉRAME un momento!» Estas palabras se repetían en el pensamiento de Bignon como sobre un radar mental, del que no fuera dueño. Con el cuello del gabán levantado, el rostro enrojecido por el frío, golpeando los pies contra el suelo nerviosamente, Bignon, después de titubear un rato, había llegado hasta la puerta giratoria de la estación aérea con la esperanza de descubrir la pintoresca silueta de María Natividad Gagnon. ¡Todo en vano! Tres semanas antes María Natividad había llegado a París; al día siguiente, cuando atravesaba la plaza de Saint-Michel, una mano imperiosa la empujó bruscamente hacia atrás. En aquel momento pasó un camión. —¡Diablo! —exclamó la muchacha—. Has llegado a tiempo. Un poco más y no lo cuento.