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fidel prado

una noche de angustia

El doctor Charteris tardó en comparecer unos diez minutos, durante los cuales Clive, en unión de Norman, se dedicaron a friccionar el corazón del enfermo, tratando de ayudar su latido, que se manifestaba de una debilidad extrema. Lydia, de pie ante la cama, contemplaba las facciones contraídas y el tinte pálido del rostro de su padrastro, en el cual se dibujaba una mueca dura y expresiva que le causaba miedo. En cuanto a Mrs. Diana, no había vuelto a comparecer en la alcoba, enojada por la actitud decidida de la muchacha al contrariar sus deseos de prescindir de la ayuda médica del doctor Charteris. Cuando éste llamó a la puerta, la joven se apresuró a salir a su encuentro, y el doctor, con una gran cartera de cuero debajo del brazo, penetró saludando a la joven de un modo grave y ceremonioso.