un hombre de suerte
Henry Sherman era un tipo muy original. Estaba rayando en los treinta años, alto, fornido, pero conservando una línea atractiva en su figura. De ojos grandes y grises, de cabello castaño rizado, de mentón pronunciado y enérgico y de músculos flexibles, era lo que se dice un buen tipo, en el que las mujeres se fijaban con insistencia, aunque él no se afectase para aparecer más interesante a sus ojos.