un barril de pólvora
Cuando la compacta masa de astados, a cuyo equipo pertenecía Maurice Nordhoff, dio vista a la tristemente famosa ciudad de Abilene, de la que tanto y tan mal había oído hablar, pareció que le habían quitado del pecho una losa de plomo que pesase mil libras. La odisea que había sufrido para poder llegar al poblado, meta definida de todos los rebaños que partían de San Antonio de Texas, sólo él la sabía por haberla sufrido y de no guiarle un propósito rectilíneo de llegar allí de la forma que fuese, jamás hubiese tentado la aventura.