PAÍS LIBRO

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fidel prado

un alijo en piedras negras

Sobre la amplia y reluciente mesa de despacho del gobernador de San Antonio había extendido un gran mapa del Estado, que cubría todo el tablero. Era un mapa moderno, bien señalizado, y capaz por sí solo de orientar al más despistado en conocer y localizar rutas. Inclinado sobre el mapa se encontraba el gobernador Dick Nabord, un hombre que ya excedía de los cincuenta años, pero que se conservaba fuerte, viril, emprendedor y enérgico. Había nacido en Texas, amaba su estado con el cariño enfático que todos los tejanos sienten por su patria chica, y era hombre que ansiaba ver libre de elementos perniciosos todo el territorio.