PAÍS LIBRO

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fidel prado

tres retratos de mujer

Don Sebastián Cantillana, simpático sesentón, atildado, tieso, muy pulcro en el vestir y muy cuidadoso de su persona, se paseaba cabizbajo por el suntuoso despacho, donde permanecía encerrado las horas de la mañana, trabajando con ahínco en la resolución de sus negocios que nunca quiso abandonar, a pesar de disfrutar de una posición desahogada que no le exigía el esfuerzo cotidiano para tener asegurado los pocos años que podían quedarle de permanencia en el mundo.