PAÍS LIBRO

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fidel prado

tierra roja

ABRIL se batía en derrota; seco, caluroso, polvoriento, dominado por una sequía pertinaz que agostaba los campos, doblaba las mieses abrasadas por el sol prematuro y menguaba los cauces de los arroyos que bajaban de las quebradas y los farallones. Pese a que la Naturaleza se manifestaba con brusca hostilidad, aquel año de 1889 quedaría grabado en la tierra y en la historia como uno de los más fecundos y grandiosos de Norteamérica.