PAÍS LIBRO

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fidel prado

su premio fue la tumba

Christian Clutter jugaba una partida de póker ante una mesa, en el bar titulado “La Pecera”. Todas las tardes, al anochecer, daba una vuelta por el poblado, dejaba su magnífico caballo a la puerta donde ya no pegaba el sol y entraba en el bar saludando con ademán campechano a todo el mundo, y la mayor parte de las veces, invitando a beber a los que se encontraban en el bar. Esta cordialidad, este gesto de hombre desprendido y la sonrisa que casi constantemente campeaba en sus labios, hubiese hecho creer a quien no le conociera que Christian era todo bondad, cordialidad y desprendimiento, y sin embargo, todo aquello sólo era una máscara, un gesto fanfarrón para destacarse a los ojos de los demás, pues en el fondo era agrio, avaro y poco de fiar en sus acciones. Estas eran siempre un puro y estudiado cálculo y no movía un dedo de su mano que no tuviese un objetivo señalado en su beneficio.