PAÍS LIBRO

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fidel prado

sierra huracán

HACÍA un calor de infierno. El cielo, completamente gris, amenazaba con romper en una lluvia infernal como solía suceder en aquella parte del Gran Cañón del norte de Utah. Las nubes, aquietadas en el espacio a falta de aire que las empujase, descendían por su propio peso como si pretendiesen fundirse con los agrios picachos de montes y lamer el amplio desierto que iba quedando atrás en la zona de los ásperos y peligrosos cañones.