serp, el tirano
Sentado bajo el amplio y cómodo porche de su bonito rancho, Serp Aylmer, en mangas de camisa, con la pipa entre los dientes y una botella de whisky introducida en un balde de agua helada recién sacada del pozo, tenía la mirada fija en la llanura como si atisbase ver surgir por ella algo que esperaba y le resultaba harto interesante. Serp era un hombre que frisaba en los treinta y cinco años, de buena estatura, ni grueso ni delgado, con los músculos muy bien cultivados para mantenerlos en forma y no dejarse dominar por la grasa, tan perjudicial para hombres que por su temperamento y vida demasiado violenta estaban abocados a tener necesidad de apelar a su fuerza y agilidad en más de una ocasión.