PAÍS LIBRO

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fidel prado

sangre brava

La fina yegua azabache de Margaret Flobert se detuvo mansamente próxima a los surcos que los peones al mando de Shady Le Roy abrían en la tierra para proceder a la sementera. Margaret, desde lo alto de la yegua, tendió la mirada en torno a la parda tierra buscando en ella algo que deseaba encontrar y cuando lo descubrió en su boca floreció una leve sonrisa que era una provocación. Margaret era una muchacha de unos veintiséis años, bien proporcionada, de porte atrayente y de ademanes enérgicos. Suavemente morena, su cutis era terso y sus mejillas sonrosadas. Los labios, bien dibujados, eran como una rosa encarnada partida en dos mitades.