sabotaje en la sombra
EL Refugio, la cantina que se erguía a más de una milla del poblado, a un lado de la senda rocosa, se hallaba aquella noche de un terrible mes de enero muy animada. Por las ventanas del piso superior salían los reflejos anaranjados de las lámparas de petróleo encendidas para iluminar el gran comedor y el reflejo, al abarcar la parte externa, ponía tonos anaranjados en la blancura de la nieve, sobre todo en los lugares no pisoteados por los cascos de los caballos.