PAÍS LIBRO

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fidel prado

rastro mortal

Cuando Dean Anderson entró en su cabaña y descubrió todo su ajuar volcado, en desorden, y, como colofón, el cuerpo de su hermano Peter colgado de una viga del techo, con la amoratada lengua fuera y dos manchas sangrientas en el pecho, creyó que las cumbres de las montañas lejanas se le habían desplomado sobre el cráneo, dejándole en una situación difícil de analizar, pues apenas si se daba cuenca de lo que le rodeaba. Tuvo que apelar a todo su valor, a su sangre fría, muchas veces puesta de manifiesto, y a su carácter resolutivo, para llevar un poco de orden en su cerebro y tratar de analizar el porqué de aquel sangriento cuadro.