PAÍS LIBRO

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fidel prado

pueblos fronterizos

Una desvencijada carreta cuyas ruedas faltas de seguridad y de grasa chirriaban agriamente, bamboleando el averiado vehículo, avanzaba por la polvorienta senda bajo la caricia áspera del sol de media tarde. La carreta iba tirada por dos caballos, que a ciegas se podía afirmar que no eran animales de tiro. Se trataba de dos caballos bastante esbeltos y de finas líneas que nada acostumbrados a verse ligados a un vehículo, manifestaban ostensiblemente su protesta por aquel ultraje a su raza.