PAÍS LIBRO

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fidel prado

nido de chacales

Aquella noche “El Filón de Oro” estaba atestado hasta la puerta de un público áspero y vocinglero, que atronaba el local y no dejaba entenderse a nadie. “El Filón de Oro” era uno de los muchos bares-garitos que habían surgido en Tombstone de la noche a la mañana, al amparo de la explosión, de plata y oro, surgida en aquel hasta muy poco tiempo atrás ignorado lugar del Sudeste de Arizona. Construido a toda prisa con gruesos tablones de madera a falta de mejor material, era amplísimo, para poder dar cabida a las constantes oleadas de aventureros que llegaban a diario, atraídos por el brillo del codiciado metal, y había sido dividido en tres partes.