PAÍS LIBRO

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fidel prado

negocios sucios

UNOS golpes discretos dados en la puerta del despacho sacaron a Jane Fleet del doloroso ensimismamiento en que se hallaba sumida. Sacudió su negra y brillante cabellera en un gesto de desesperación y exclamó: —Adelante. Un peón quedó en el vano de la puerta en actitud respetuosa. — ¿Qué sucede, Abel?