la tragedia del astoria hotel
—Sargento—dijo el inspector Graven a su fiel ayudante, que hundido en una cómoda mecedora se había quedado medio dormido—, haga usted el favor de echar más leña en esa chimenea, porque este maldito despacho se está quedando más frío que los Alpes. El sargento Will se levantó perezosamente y tomando dos enormes troncos los arrojó al fuego medio mortecino. Pronto el nuevo combustible empezó a arder alegremente, y su chisporroteo inundó el despacho de puntitos rojos y brillantes, que volaban como arrancados a un yunque de fragua.