PAÍS LIBRO

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fidel prado

la señora no recibe

Felipe Acosta, el joven poeta sensitivo y sentimental que empezaba a ser el ídolo de las muchachas jóvenes por sus versos llenos de pasión y romanticismo, se detuvo vacilante ante el suntuoso portal de una finca moderna del barrio de Salamanca. En aquella casa señorial y elegante, de arquitectura atrevida y empaque aristocrático, habitaba Mimí, la joven y bella estrella de la danza que en muy poco tiempo se había adueñado del gusto del público madrileño por su gracia gitana, por su belleza excepcional y por el garbo con que sabía taconear en el tablado, haciendo vibrar de entusiasmo y emoción el corazón de sus admiradores.