PAÍS LIBRO

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fidel prado

la muerte de thomas dunning

Si TED hubiera sabido que su compañero, Thomas Dunning, iba a caer asesinado aquella misma noche, hubiera tenido buen cuidado de no discutir con él en el "saloon" del poblado. Mas eran ya inútiles todas las reflexiones. Habíanlo detenido acusado de un crimen que no cometió. Sólo le restaba la oportunidad de escapar, y ésta la tuvo aquella misma noche, cuando momentáneamente pudo burlar la vigilancia de los guardianes y huir, huir sin rumbo fijo. Su única obsesión era alejarse de aquella soga que se cernía sobre su cabeza. Y en su loca carrera y acosado como un coyote sarnoso, se refugió en un lugar a donde, de saberlo, jamás se hubiera acercado, porque allí lo esperaban con las uñas bien afiladas. Era nada menos que lo cabaña del padre de su presunta víctima. Ahora, ante él, como una aparición diabólica y angelical a la voz, se hallaba la figura hechicera de la mujer más hermosa que jamás vieran sus ojos... ¡con un tremendo revólver en su mano derecha!