PAÍS LIBRO

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fidel prado

la ciudad siniestra

BILL Roock, “Dos Pistolas", detuvo su caballo a la sombra de un frondoso cedro, y quitándose el amplio sombrero que casi se había pegado a sus sienes por efecto del calor, se pasó el pañuelo por la frente y refrescó míseramente su rostro con el aire que le prestó el modesto adminiculo al ser agitado con desgana. La tarde se batía en derrota, tras las obscuras cresterías de los montes cercanos que encajonaban casi toda la ruta que venía siguiendo, pero el calor, a pesar de lo avanzado de la hora, resultaba casi asfixiante.