la cabaña de la discordia
Lita abrió la puerta de su cabaña y salió al exterior, con los ojos aún un tanto turbios, a causa de haber dormido mal toda la noche, y los brazos levantados al cielo, como si pretendiese hacerle una auténtica invocación, aunque, en realidad, aquel gesto un poco teatral era el signo de desperezo que su cuerpo reclamaba. A un lado de la cabaña estaba el pozo y, algo más retirado, un amplio pilón fabricado toscamente con piedras aglutinadas con argamasa. Era allí donde la joven lavaba, viéndose obligada a llenar el pilón a fuerza de sacar cubos de agua del pozo.