jubal, el sombrio
Jubal “El Sombrío” empujó con gesto displicente la puerta giratoria del restaurante “La Perla del Missouri”, y buscó con interés la mesa que adosada al ventanal que daba a los muelles solía ocupar casi a diario a la hora del almuerzo. Le seducía aquel sitio desde el que a través de los sucios cristales podía contemplar el tráfago de los muelles, y el día que llegaba tarde a ocupar su lugar preferido se sentía contrariado y el almuerzo parecía no sentarle tan bien como él deseaba. Jubal llevaba en Omaha apenas tres meses. Había llegado a la capital del Estado acuciado por Robson, el dueño del último y mejor garito instalado en la ciudad, sólo porque Robson le conocía de otras ciudades turbulentas y viciosas...