PAÍS LIBRO

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fidel prado

great american desert

CUANDO Keno Trigg alcanzó a divisar las aguas serenas y azules del lago Utah y detuvo el caballo contemplándolas con emoción, le pareció mentira que hiciese más de dos años que hubiese dejado de admirarlo. Dos años que en la ausencia se le habían hecho interminables y que ahora, frente a las aguas dormidas del lago, recibía la sensación de haberlo contemplado el día anterior.