granujas en el humboldt
KIRIAN Grey era un espíritu arbitrario. Poseía nervio y decisión, veintitrés años salvajemente educados sin trabas ni frenos, un cerebro fecundo para resolver por las buenas o las malas las situaciones más caprichosas que podía ofrecerle el destino, una mano rápida y segura para manejar un arma si se le impulsaba a discutir ciertos puntos de vista antagónicos a tiros y una indiferencia rayana en el escepticismo para tomar la vida según se le presentaba, sin hacerle muchos ascos a los vaivenes de la fortuna.