el terror de la pradera
La audacia y el valor, los dos más preciados elementos que puede poseer el hombre para triunfar en empresas duras y peligrosas, había llevado a muchos colonos del Este de Norteamérica, a pretender ganar para la civilización y el progreso, rutas y terrenos que, como en los cuentos de hadas, les estaba vedado traspasar, porque al otro lado de la frontera delimitada por las aguas del poderoso Ohio, velaban arco y lanza al brazo, unos hombres duros, crueles, salvajes y sanguinarios que, considerándose dueños de aquel terreno por la voluntad de Dios, no estaban dispuestos a cedérselos a los «rostros pálidos», mucho más si se tiene en cuenta que éstos, manifestándose superiores en todo a los “pieles rojas”, habían pretendido apropiárselos sin más compensaciones que un derroche de balas de plomo como argumentos contundentes para ratificar sus conquistas.