el rancho rosalía
Aquella calurosa mañana de mediados de mayo, el “Ferry-bot” que franqueaba por veinte centavos la turbia y tumultuosa corriente de Río Verde en el Estado de Utah, había dejado en la orilla colindante con el pueblo, a un apuesto mozo de unos veinticinco años, cuya montura, de la que no se había querido despegar al atravesar el río, demostraba bien a las claras que tanto ella como su dueño debían haber realizado una larga y fatigosa jornada, pues ambos acusaban las huellas del agobiante polvo del camino y de la marcha agotadora.