el nómada de arizona
Stony Arch, después de alcanzar la cima de un hosco repecho que le privaba de abarcar a su gusto todo el panorama que se abría ante sus ojos, detuvo su fatigado caballo y respirando la fresca brisa del atardecer que se metía en los pulmones cargada de aroma de pinos, paseó su aguda mirada por el dilatado paisaje que a modo de fantástica decoración se perdía en el Oeste infinitamente. Arch no se cansaba de admirar la ruda y hosca grandeza de aquellas llanuras dilatadas y de aquellos montes abruptos y mareantes, que constituían el fondo de un dilatado campo, que no sabía cuándo ni cómo terminaría de recorrer.