PAÍS LIBRO

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fidel prado

el extraño tony darvi

El hombre que esgrimía el arma con tanta maestría y tal serenidad, pues no se había alterado un solo músculo de su alargado rostro, era harto conocido en Pasadena por su afición al juego. Era un profesional de los naipes, un hombre que hacía maravillas con ellos entre sus endemoniados dedos y más de uno que había pretendido arruinarle con una baraja en la mano había salido defraudado en su empeño.