el debut de zahorí
La amplia sala del «Molin Rouge», como pomposamente le titulaban sus empresarios en un rojo y luminoso letrero colocado sobre la puerta de entrada, estaba aquella noche atestada de público como nunca. Un verdadero enjambre humano se hacinaba hasta asfixiarse en torno de los veladores, atrozmente desvencijados por el continuo uso y un humo denso producido por cientos de cigarrillos enrarecía la atmósfera, demostrando con ello que los rótulos colocados en los sitios más visibles de las paredes con el aviso de «Se prohíbe fumar», pertenecían más bien al ornato del local que a otra cosa.