PAÍS LIBRO

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fidel prado

el circulo de la mueerte

El sargento Elyss, de guardia aquella noche en la Jefatura Superior de Policía, de Nueva York, bostezó ruidosamente, extrajo con pereza el voluminoso reloj que guardaba en el bolsillo del chaleco, oculto debajo de su ceñida guerrera de paño, y tras consultar la hora murmuró: —¡Peste!,.. Las nueve y cinco y mi compañero Welsh sin venir a relevarme. Sí es extraño en él, que es como un cronómetro. El cabo, que le hacía compañía en el Departamento de Información, dobló cuidadosamente el periódico que repasaba por enésima vez, y dejándolo doblado sobre sus huesudas rodillas, comentó sarcásticamente: —¡A ver si no ha podido venir porque mañana tengamos que agregar su nombre a esas preciosas listas que tenemos ahí enfrente!... Cada semana aumentan de volumen de un modo aterrador.