el brazo de la ley
Chane Setter contempló con estupor la débil y azulada columna de humo que aún flotaba tenuemente en la boca de sus dos terribles “Colts”, empuñados nerviosamente con ambas manos y luego, como si se resistiese a reconocer la trágica verdad del caso, echó una ojeada a lo largo de la calle, para convencerse de que aquellos dos cuerpos que yacían en mitad de ella, tumbados como dos grotescos peleles, pertenecían a Tom y David Withe, y que éstos habían caído de aquella manera espectacular debido a su fina puntería y a su rapidez en manejar aquellas terribles armas.