PAÍS LIBRO

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fidel prado

cogido en la trampa

Una mañana de principios del mes de abril, cuando los almendros empezaban a florecer y Londres lograba sacudirse durante las horas céntricas del día de la espesa y antipática niebla que te envolvía, encontrábase el inspector Joe Graven en su despacho de Scotland Yard, aburriéndose soberanamente, sin cosa interesante en que poner mano, cuando el ordenanza entró con una tarjeta en la mano diciendo: —Señor Graven, este caballero dice que necesita verle con urgencia.