un agujero negro
Mauco soñaba con los amaneceres que anuncian un nuevo día, quizá porque otro día significaba la simple y hermosa realidad de seguir viviendo. Dedicaba parte de la noche a las estrellas, aquellas luces lejanas con insistente parpadeo de seres vivos, y mientras el resto de sus semejantes vivían y morían hacinados en monstruosas concentraciones humanas, él buscaba la tranquilidad y el sosiego de las soledades.