PAÍS LIBRO

Autores

f. mediante

cuando el destino ordena

QUE Barry Roland era un bandido de siete suelas lo sabía todo el mundo, y que era capaz de matar a un hombre por un cigarrillo, también; y es Que Barry Roland, perseguido por todas las autoridades de Nevada, Oregón y Montana, había cometido numerosos delitos. Su cabeza estaba pregonada y ofrecían por ella hasta cinco mil dólares: una bonita suma, por cierto. Pero Barry Roland, redomado pillo, tan astuto como escurridizo, tenía la envidiable cualidad de no estarse quieto, y tan pronto se hallaba en Idaho como en Montana. Debido a esto, las pesquisas para capturarle no daban resultado, y los pobres «sheriffs» se volvían locos buscándole por todas partes.