las memorias de un liguero
Los cuentos de Eusebio Ruvalcaba en «Las memorias de un liguero» se ubican bajo el dominio de dos voces entrelazadas: el trance etílico y el festejo amoroso. En ambas voces, la fuerza de la memoria derrota lo inmediato, y lo vivido se consigna entonces como una llaga perdurable, que sin embargo carece de todo patetismo en favor de la ironía o la lucidez de los personajes. Ya sea en el hallazgo precoz del deseo carnal, o en la desdicha a contracorriente de un hombre de alta estatura en «un país de chaparros», en la coincidencia carcelaria de un asesino y un travesti, o en la prodigalidad recurrente del fetichismo como trofeo verbal. Los cuentos de Eusebio Ruvalcaba logran unir contundentemente lo cruel —su carga fatal— y las afecciones, ese morbo instintivo que se vuelve un rasgo de dignidad personal. En otras palabras, su narrativa consigue frecuentar hasta la obsesión aquella zona fronteriza entre el sueño húmedo y la pesadilla cruel que asedia nuestras vidas. Sergio González Rodríguez