PAÍS LIBRO

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erik gruberg

el fortín de la angustia

UN poco más al norte de Viadsma, recientemente conquistado, la Compañía del capitán Trauber se abría lentamente paso hacia la pequeña localidad de Tepluja. Durante toda aquella noche, falsa por la incesante luz de las bengalas y los cárdenos relámpagos de los disparos, los hombres seguían pegador, a sus posiciones, sobre la nieve sucia por la lluvia que la había seguido, destrozados por el cansancio de las operaciones llevadas a cabo y deseosos de detenerse, un tanto, para poder, al menos, comprobar que existían.