PAÍS LIBRO

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corín tellado

la mujer de mi amigo

El lujoso comedor presentaba un aspecto muy agradable, acogedor, familiar, dulcísimo... Ricardo Herraiz dejó el cubierto sobre la mesa, utilizó la servilleta y bebió un vaso de oporto. Después elevó un poco los ojos y miró a su hija a través de la montura de sus lentes de oro.—Mary, tengo que darte una sorpresa.—¿De veras, papá?—De veras, hijita.