PAÍS LIBRO

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clark carrados

relato de un crimen

La expectación era enorme. En la sala, atestada hasta superar los límites de su capacidad, no cabía un alfiler. Reinaba un silencio impresionante, roto únicamente por el roce de doce pares de zapatos contra el suelo, roce causado por los movimientos de doce hombres y mujeres justos, que se disponían a ocupar sus puestos en el estrado de los jurados. El juez guardaba también silencio y esperaba la decisión de las doce personas que debían pronunciarse sobre la culpabilidad o inocencia de la acusada.