PAÍS LIBRO

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clark carrados

las cuentas del diablo

La aldea era pequeña, pero limpia, de casas con tejados inclinados, oscuros, y la viguería de madera al exterior destacando sobre la relativa blancura de las paredes. Al fondo de la calle principal de Gellygagh, en línea recta con ella, pero a unos mil doscientos metros de distancia, se divisaba la colina. Denis Framley detuvo su coche ante la puerta de la posada. Un cartel balanceante, suspendido de una retorcida barra de hierro, proclamaba el nombre del establecimiento: The Sthayrʼs Arms. Un gran perro negro, con colmillos de plata y ojos escarlata, constituía la divisa de la posada.